03 mayo 2010

Crónica de nuestra salida procesional

De todos es sabido que la ya pasada Semana Santa de 2010 fue un tanto especial. El cierre de la parroquia por los motivos por todos conocidos nos obligó al montaje de los pasos en una maratoniana jornada de sábado de pasión, en que nos dirigimos temprano a la parroquia y nos pusimos manos a la obra. Cada cual hacía lo que sabía: unos colocaron las imágenes, otros la cera, otros los guardabrisas, otros los faldones,... El resultado fue que a media tarde los pasos estaban preparados a falta de flores.
El Miércoles Santo por la mañana comenzamos el exorno floral de ambos pasos, de forma que esa noche pudimos descansar bien y dedicar la mañana del Jueves a preparar todo lo relacionado con el cortejo y la salida procesional.
Por fin llegó el ansiado 1 de Abril y pudimos procesionar después del paréntesis del año pasado. Las brillantes procesiones de la Borriquita y el Nazareno los días previos contribuyeron a que la gente esperara la salida de la cofradía con más ganas;  pues, pese a quien pese, la Misericordia es la Misericordia.
La concentración de todos los hermanos nazarenos en el patio de la parroquia y la salida del cortejo por el mismo fue sin duda una de las grandes incógnitas, aunque ya teníamos la garantía de que ya había salido bien la tarde anterior con la cofradía del Nazareno.
A las 9 el hermano mayor se dirigió a todos los asistentes, pidiendo la colaboración con los diputados de tramo e inició una oración preparatoria. Acto seguido salía la Cruz de Guía (que tuvo que ser retocada tras el incendio) flanqueada por los clásicos faroles y dos niños vestidos de servidores con librea portando farolitos de mano dorados. El primer tramo de nazarenos rojos (túnica que hay que fomentar por parte de la cofradía, debido a la escasez de las mismos) contaba con la primera gran insignia, el Senatus, seguido por la bandera roja del cortejo del Cristo. A continuación iba una presidencia con varas, seguido de otra de las grandes novedades de este año, el cuerpo de acólitos con las espléndidas dalmáticas rojas, que se unió al cortejo desde el interior de la parroquia. Nuestro paisano y gran colaborador con esta cofradía, Paco Campos, mostró su buen hacer en sus funciones como pertiguero. La salida del Cristo en el nuevo paso no dejó impasible a nadie. La bonita canastilla, los espléndidos hachones cedidos por la cofradía homónima de Chipiona, y la nueva altura del monte, dieron más empaque a la figura del crucificado, a cuyos pies ya desde el interior del templo figuraban bastantes ramos de flores. La ausencia de los diversos hermanos fallecidos durante estos dos años sin procesionar se hizo presente en el crespón negro que lucía uno de los hachones.
Otra novedad fue la presencia de la Banda de Cornetas y Tambores "San Sebastián" de Tomares, que con sus elegantes uniformes prestaban más empaque a la cofradía. A continuación asomaban por la esquina del Perdón los verdes nazarenos del cortejo de la Virgen, encabezados por el gran estreno de la jornada, el magnífico Guión Sacramental bordado por Eloy Ruíz Campos, copia exacta del antiquísimo guión del S. XVIII, que ya dejará de salir en la procesiones y se expondrá en el museo parroquial. El segundo tramo de este cortejo lo abría el Banderín Concepcionista escoltado por dos faroles, tras éste se abría otro tramo con la bandera verde de la Virgen y cerrado por la presidencia del hermandad, formada por el estandarte corporativo y las varas (otro estreno, al calcinarse las anteriores en el incendio de la parroquia. Tras la presidencia se incorporó desde el interior de la parroquia el cuerpo de ciriales con dalmática verde, y su pertiguero, que precedían al paso de palio. La salida de la Virgen fue tan dificultosa como en años anteriores, viviéndose incluso momentos de tensión. Tras la marcha real el palio inició su primera chicotá a los sones de la ya clásica Banda de Música Gastoreña. Como novedad el palio lucía una imagen venera de la Virgen del Pilar, patrona de los Jueves Eucarísticos, y un nuevo rostrillo de la Virgen, una mantilla dorada que resaltaba el rostro dieciochesco de la Virgen.
El caminar de la cofradía fue ejemplar, con buenos momentos cofrades como el paso por el callejón de Matamoros a los sones de"Amarguras", el saludo en Palomares a las hermandades que radican en aquel templo, la calle San Sebastián sonando "La Madrugá", o a pasar por la puerta el recordado Fray Miguel donde la banda interpretó magistralmente "Mater Mea". La subida de la calle Sanlúcar tuvo como aliciente el cante de las saetas y una "petalá", mientras ya en la plaza sonaba la última marcha al Cristo. Cerca de la 1 y media de la madrugada, ante una plaza repleta de público, se recogía la cofradía, dejando el recuerdo de una de las mejores estaciones de penitencia de los últimos años.